Qué son las creencias

La Real Academia Española (RAE) define a la creencia como el firme asentimiento y conformidad con algo. La creencia es la idea que se considera verdadera y a la que se da completo crédito como cierta.

Cada uno de nosotros tenemos un sistema de creencias particular que es el resultado de nuestra educación y de nuestra experiencia a lo largo de la vida. Creencias que para cada uno de nosotros son ciertas y conforman nuestra personalidad y por tanto, nuestra manera de pensar, actuar y sentir.

Creencias racionales y creencias irracionales

Ante una misma situación o problema, cada persona reacciona de forma diferente, según su propia interpretación de la realidad sustentada en base a sus creencias.

Las creencias racionales:

    Responden a evidencias; muestran una lógica.

  • Son flexibles y relativas, se expresan en términos de preferencia: “Me gustaría”, “Quisiera”, “No me gustaría”, “Preferiría”, “Desearía”, etc.
  • Ante un acontecimiento adverso pueden provocar emociones negativas (por ej. dolor, preocupación, tristeza, disgusto,) que no interfieren en la persecución y obtención de metas. Es decir, se pasa mal, pero continúas viviendo con normalidad y lo superas.

Las creencias irracionales:

  • No se corresponden con la realidad; no tienen sentido lógico.
  • Son absolutas (o dogmáticas) por naturaleza y se expresan en términos de “Tengo que”, “Debo”, “Debería”, “Estoy obligado a” “Necesito”, etc.
  • Provocan emociones negativas que interfieren en la persecución y obtención de metas (por ej. depresión, ansiedad, miedo, culpabilidad). Es decir, pueden bloquear tu pensamiento y tu toma de decisiones, impidiéndote avanzar.
  • Conducen a “errores de pensamiento” como: ignorar lo positivo, exagerar lo negativo (fatal, horroroso, tremendo,…), generalizar y expresarse en términos extremos (siempre, nunca, totalmente, todos, ninguno, inevitablemente,…).

Un ejemplo:

CREENCIA IRRACIONAL POR QUÉ ES IRRACIONAL ALTERNATIVAS RACIONALES
  1. Necesito ser amado y aprobado siempre por todos los que me rodean.

Exigir ser aprobado por todos no es realista.

Te creará una preocupación constante por el cuánto serás aceptado.

Es imposible ser siempre simpático o agradable.

Aunque pudieras alcanzar la aprobación de los demás, eso exigiría una enorme cantidad de esfuerzo y energía.

El intentar ser aprobado por los demás te llevaría a un servilismo donde tendrías que abandonar las propias necesidades.

La incertidumbre de no conseguir la aprobación de los demás generaría un comportamiento inseguro y molesto perdiéndote con ello el interés de los demás.

Es aceptable sentir deseos de aprobación, pero no es saludable la necesidad excesiva de aprobación o amor.

Mejor buscar más la aprobación por tus hechos, actividades y conductas que “por ti mismo”.

El no ser considerado por los demás es algo frustrante, pero no horroroso o catastrófico.

Sería interesante reflexionar acerca de cómo quieres vivir tu vida, sin pensar en lo que esperan los demás de ti.

Para conseguir el amor de los demás, una de las mejores formas es darlo tú.

 Continuará…

Compartir en redes sociales...
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter
Share on LinkedIn
Linkedin
Share on Google+
Google+
Email this to someone
email
No se permiten comentarios.